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Hay jóvenes y no tan jóvenes, y no todos afortunadamente, que para ellos salir de fiesta y divertirse mucho es beberse hasta el agua de los floreros y mezclarlo con alguna droga, porque así parece que la diversión es más diversión, el mundo más mundo y ellos los dueños del universo, provocado por esa euforia ficticia, que con suerte acaba, en tremendas resacas.